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Hoy puedo decir: Hasta Aquí 

Me Ha Ayudado el Señor!

“Tomó luego Samuel una piedra y la puso entre Mizpa y Sen, y le puso por nombre Ebenezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó el Señor. I Samuel 7:12.

Qué me espera en los próximo días, los próximos meses o los próximos años. Yo no lo se.

Sin duda habrá días soleados y hermosos, sin duda habrá tormentas. Venga lo que venga necesito estar preparado para darle la bienvenida con firmeza y mucho ánimo. Porque esa es la vida y aunque la vida varia, el Señor jamás varia, él es el mismo, ayer y hoy y por los siglos.

Hoy me siento seguro de la vida en Cristo . Hasta este momento puedo decir que algunas veces el mar ha estado quieto y los cielos azules. Algunas veces las olas se han levantado amenazadoramente y la tempestad ha rugido, pero nunca mi embarcación se ha partido estando Jesús a bordo. A través del sube y baja de las olas, yo he visto su amor y su poder gobernando esa olas y manteniéndolas a ellas en el hueco de su mano.Si viene una hora que anuncia tempestad y la luz de la playa no se alcanza a ver, nunca temeré, porque se que el Señor está aún en el barco y el que hasta ahora me ha ayudado, se que me ayudará.

Hoy he aprendido que la tormentas siempre vendrán y por lo tanto necesito estar listo para recibirlas, más mi confianza necesita incrementarse porque Jesús está conmigo y él me hace estar seguro y gozoso a su lado. Dios tiene un propósito en mi vida y ese propósito será cumplido a pesar de las tempestades.


Señor, Gracias porque hasta aquí me has ayudado. Estoy donde estoy y hago lo que hago no por mi fuerza, tú me has sostenido y me has guardado. A veces las tempestades que se anuncian intentan atemorizarme, pero hoy quiero recordar que mi vida está en tus manos y tu sostienes mi vida y me fortaleces. Si hasta aquí me has ayudado, eso me da la certeza que aún mañana y el próximo mes y el próximo año tu me ayudarás. Amén.

Dr. Serafín Contreras Galeano


¿ CÓMO PUEDES PREPARARTE?

! T E R R E M O T O !!!


 

¡Por arrepentirte !
¡Sí, es cierto! Así te preparas para sobrevivir el próximo terremoto. El que se arrepiente, el que se entrega por completo a hacer la voluntad de Dios y deja de pecar por fe en la sangre de Jesús, siempre sobrevive. Digo eso porque aunque muera, ¡sigue viviendo! Pero el que rehusa entregarse a Dios no puede escapar de la muerte. Ya es muerto en sus pecados. Si no se arrepiente, morirá eternamente, sea que muera o no en el próximo terremoto.
El Señor manda que te arrepientas, que te entregues por completo a él, que dejes de hacer lo que tú quieres para hacer lo que él quiere. Él advierte que vendrá un gran terremoto que sacudirá todo el mundo. Lee Hebreos 12.25-29. ¿Sobrevivirás tú? ¡Sólo si te arrepientes!
No esperes hasta el próximo terremoto paro pensar

 ¿CÓMO PODRÉ LLEGAR ALLÁ?


Dentro del alma de casi toda persona está el anhelo de alcanzar el cielo. Cada uno se hace esta pregunta: ¿Cómo podré yo llegar allá?

Antes del pecado de Adán y Eva, el hombre era sin pecado. Pero ellos desobedecieron a Dios. Por eso, cada ser humano es un pecador y no merece un lugar en el cielo. La Biblia lo dice así: "No hay justo, ni aun uno" (Romanos 3.10). "Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios" (Romanos 3.23). Cada uno de nosotros ha sido destinado a una eternidad en el infierno por causa de nuestro pecado. ¿Cómo, pues, llegaremos al cielo? ¿Hay esperanza para nosotros?

La Biblia da esta respuesta: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3.16). Así que ¡hay un camino al cielo! Dios lo ha abierto por medio de su Hijo Jesucristo. Jesús dijo: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí" (Juan 14.6).

Jesús, pues, es el camino. Usted tiene que recibirlo a él, nacer de nuevo, y ser convertido por su poder para poder entrar en el cielo. Cuando usted renace, deja sus pecados pasados y los

deseos carnales, acepta a Jesús como su Señor, y recibe dentro de sí el Espíritu Santo. Luego, usted querrá hallar una iglesia bíblica para que pueda crecer en su vida cristiana y ser obediente a todas las enseñanzas de la Biblia.

¿Es este camino de salvación para usted? Sí, amigo mío. No importa que usted haya vivido en pecado, Dios lo quiere. Lo ama tanto que no va a desecharlo si usted viene a él de todo corazón.

Dios "es paciente para con nosotros, no que­riendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento" (2 Pedro 3.9). No obstante, usted perecerá... a menos que crea en el Señor Jesucristo y deje su vida pecaminosa. La Biblia dice: "El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios" (Juan 3.18). "El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él" (Juan 3.36).

¿Quiere creer hoy? ¿Quiere ceder su todo al Señor? Jesús le espera con los brazos de amor abiertos. Mañana tal vez será demasiado tarde, y habrá perdido el cielo para siempre.

¡ NADIE ME AMA!!

¿Alguna vez habrás oído esto?


1.-) Juan era un adolescente. Se sintió muy solitario. No estaba en casa porque sus padres se habían separado. El se había ido a la ciudad, esperando confiadamente hallar amigos. Su dinero casi todo lo había gastado. Buscaba trabajo, pero le fue difícil conseguirlo. Él trató de hallarse amigos, pero parecía que a nadie le importaba.

—¡Nadie me ama! —lloró en desesperación.

*                 *                *

2.-) Paulina era de un buen hogar. Tenía todo lo que necesitaba. Su familia no era rica, pero tampoco era pobre. Sus padres eran religiosos. Ellos creían en Dios y asistían a los cultos cada domingo. Parecería que Paulina fuera contenta, pero no la era. No había encontrado la paz con Dios. Ella tenía un carácter fuerte y resuelto. Sentía que sus maneras siempre eran correctas. Cuando alguien se le oponía en cualquier cosa, se rebelaba. Ella se sentía infeliz, y una noche en desesperación lloró como Juan:

—¡Nadie me ama!

*                 *                 *

3.-) Ricardo era de un hogar rico. Sus padres te­nían de todo. Tenían una casa fina, abundancia de entretenimiento, muchos convidados, y mucha diversión. Ricardo asistió en los mejores colegios y universidades y recibió sus títulos muy joven.

Consiguió un buen trabajo, manejaba un flamante carro, y podía citar a cualquier muchacha. Era joven; la vida estaba llena para él. ¿Qué más desearía uno como Ricardo? Pero Ricardo tam­bién era infeliz. Él tenía de todo, sin embargo no poseía nada duradero. Todas sus diversiones terminaban muy pronto. Una noche se sentó sobre su cama y lloró porque estaba solitario y cansado de la vida. Sollozando, se dijo entre sí:

¡Nadie me ama, ni aun mis padres! ¡Debe haber más en la vida que esto!

*                *                 *

Estos son sólo tres ejemplos. El mundo está lleno de gente solitaria. Los ricos, los pobres, y la clase media se sienten solos. La vida para ellos es desdichada porque se sienten solos como si nadie se preocupara por ellos.

Si tú te has sentido así, te damos buenas noticias: ¡Dios te ama! El pecado es lo que hace al corazón sentirse abatido. Pero Dios amó tanto al mundo que ha dado a su Hijo, Jesucristo. "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3.16). 

Jesús vino a la tierra, vivió su vida (fue una vida solitaria); luego murió en la cruz por nuestros pecados, resucitó de los muertos, y volvió al cielo. Después mandó a la tierra al Espíritu Santo a vivir en el corazón de cada cristiano.

Tan pronto como tú recibes a Cristo como tu Salvador el Espíritu Santo llenará tu vida de gozo y paz. "A todos los que le recibieron [a Jesús], a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios" (Juan 1.12). Él siempre estará contigo. Jesús prometió: "Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre" (Juan 14.16).

No digas: Nadie me ama. Si buscas a Dios de todo corazón, tú verás que "amigo hay más unido que un hermano" (Proverbios 18.24).

¡Jesús te ama! Entrégale tu vida. Deja tus pe­cados. Sigue en el camino de justicia y verdad.


SIMPLEMENTE EXCEPCIONAL

“Él nos libró del dominio de la oscuridad y nos trasladó al reino de su amado Hijo…”

Colosenses 1.13

Nunca he tenido una experiencia cercana a la muerte. Sabes, una de esas ocasiones en la que ves tu vida pasar en un instante y luego de la nada, llega alguien a sacarte de las aguas heladas o empujarte lejos del bus veloz o del borde del precipicio.

He visto muchas películas que demuestran esta idea bastante bien. Casi siempre, después del rescate, la persona que fue rescatada tiene esta nueva iluminación y llega a darse cuenta que AHORA se le ha dado una segunda oportunidad y que necesita hacer algo excepcional con su vida. Rara vez, en las películas, vemos que las personas regresen a su apática vida que vivían antes de su encuentro con la muerte.

Pero eso es en las películas. En la vida real es diferente. Tenemos momentos cercanos a menudo, que nos llevan un poco hacia vivir vidas significativas. Por unos segundos, horas o aun días vemos el mundo diferente y vivimos con mas importancia. Tal vez los eventos no son encuentros cercanos con la muerte, pero por lo menos son momentos de salvarse por un pelo; financieramente, relacionalmente, etc. Pero, usualmente después de poco tiempo nos sentimos cómodos con regresar a nuestras vidas robóticas sin propósito.

En este versículo leemos una gran descripción de lo que Dios ha hecho por nosotros a través de Jesús. Fuimos atrapados en un mundo oscuro antes de que Dios viniera a nuestras vidas. El nos arrebató del mundo por Su gracia. Pero ahí no termina. El nos envía a una nueva existencia para que podamos vivir vidas excepcionales. Sin embargo, acá esta la pregunta. Reconocemos, reconoces, que se te ha dado una segunda oportunidad? Sientes la urgencia del vivir diferente AHORA y no en el egoísmo o apatía en la cual vivías antes? O ha pasado ya algún tiempo desde que Dios te rescató y ahora has regresado a la misma manera cómoda e insignificante de hacer las cosas?

Hoy, recuerda que Dios te rescató de un mal lugar. Recuerda que El no paró allí, sino que hizo mas al ponerte en una nueva manera de vivir. Sé agradecido con eso pero no te quedes en esa gratitud. Tarde o temprano necesitas cambiar la manera en que haces las cosas. Puedes vivir una vida excepcional o simplemente ser un observador. Se te ha dado una oportunidad de vivir una vida simplemente excepcional y significativa. No desperdicies esa oportunidad.

Robert & Rebecca Vander Meer

LaArboleda.net

EL DISFRAZ DEL ALCOHOL

Así   se  presenta  este monstruo  demoníaco   llamado  alcohol  o alcoholismo. Dice el Señor en el libro de (Juan 10:10) "El ladrón no viene sino para hurtar, matar y destruir”, se presenta   tan   sencilla   y encubiertamente  escondiéndose como un ladrón excelente. Su en el hombre para destruirlo es sigilosa  (diríamos) su trago es como miel, pero su estadía es amarga come la hiel. 



El sabio Salomón dice en el libro de los Proverbios  23:31-32-33-34,   no mires el vino cuando resplandece su color en la copa, se entra suavemente, más al fin como serpiente morderá. Este engendro del diablo se encuentra camuflado  y disfrazado  en  las reuniones sociales, en una noche de farra, en una velada familiar y en todo lo que se llama mucho tras una botella de licor, arranca al hombre lo más preciado que le dio, LA LIBERTAD; el poder de decidir, lo ata, lo  ciega, lo encierra, lo aprisiona, lo habitúa al consumo continuo. Poco a poco lo degrada lo consume en su adicción, le quita sus bienes, su trabajo, lo aleja de su familia, avergüenza a sus hijos hasta desbaratar el hogar, y no solo eso, sino que destruye su cuerpo, lo enferma, envenena su sangre, altera sus nervios y finalmente lo mata, y por haber estado alejado de Dios es condenado al infierno. Querido lector es hora de soltarse de sus garras aceptando a Cristo como su salvador


Haz esta oración:

Jesús, reconozco que he pecado, que he vivido alejado de ti, pero ahora renuncio a toda obra de la carne y del diablo y te acepto como mi salvador. Amén.